Un padre abandona su hogar, su familia… Aquello que un día fue el fruto de un amor que se marchito con el paso del tiempo, y dejando corazones heridos, tristes y sin aliento.
Un hombre que no supo afrontar los problemas y escapo buscando encontrar una salida.
Pasado el tiempo recapacita e intenta restablecer la relación con aquellos dos pequeños, llevándolos a para un día de campo. Los niños se arrojan al río desconociendo el lugar, su historia y profundidad, decididos ellos deciden nadar ante la mirada de su padre quien preparaba el almuerzo. De repente desaparecen del lugar como que el río se los hubiera tragado.
Su padre duda por un segundo pero se arroja al afluente embravecido que se ensanchaba tras la corriente. Logra tomar la mano de sus dos pequeños y los dirige hacia la orilla, los niños ya no corren peligro, pero su padre no logra salir, su pie esta atorado en una piedra. Por momentos se desvanece ya no encuentra salida, el bravo río se apodera de el,Adueñándose de su vida.
Al llegar la noche el hombre despierta, se encontraba en un hospital de la zona… Un señor que pasaba casualmente por allí logro rescatarlo. Un hombre que se había abandonado en los brazos del bravo afluente.
El hombre, Abraza a sus hijos y unas lagrimas descienden de su rostro, ahora el hombre comprende lo frágil de la vida, el estar en el borde sin salida, recapacita y piensa por un instante: y pensar que a estos mis pequeños ayer los deje a su suerte, abandonando el barco en el cual juntos navegábamos, yo fui su timón, su capitán, pero un día decidí bajarme de aquel barco llamado familia.
Moraleja: la familia es como un barco, juntos debemos darle el rumbo correcto, aunque la marea amenace con sus olas, no debemos abandonarlo. Como capitanes que somos padres, y tenemos una tropa de abordantes llamados hijos, quienes dependen de nosotros. No abandones tu barco, tu familia, y enfrenta los problemas de la vida.
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