domingo, 15 de marzo de 2015

Que se siente ser vieja...

En otra ocasión una persona joven me preguntó qué sentía Yo al ser vieja.
Y realmente me sorprendió mucho su pregunta, ya que yo no me siento vieja. Cuando vio mi reacción, inmediatamente se le dio pena, pero le expliqué que era una pregunta muy interesante, que lo pensaría y se lo dejaría saber.
Sentirse vieja, he decidido que es un regalo… un don de Dios. Yo soy ahora probablemente por primera vez en mi vida la persona que siempre quise ser.
¡Oh, noooo… mi cuerpo! Algunas veces me desespero de mi cuerpo… las arrugas, las ojeras, y la celulitis. Y a menudo me sorprendo de la persona vieja que vive en mi espejo, pero no agonizo sobre estas cosas por mucho tiempo. No cambiaría mis sorprendentes amigos, mi maravillosa vida y mi amada familia, por menos cabellos canosos y un estómago plano.
Al envejecer, me he vuelto más amable conmigo, y menos crítica de mí. Me he convertido en mi amiga.
No me regaño por comer esa galleta extra, o por no comprar ese juego de jardín que no necesito, pero que se vería muy de moda en mi patio. Estoy en mi derecho de ser un poco desordenada, ser extravagante y oler las flores. He visto a muchos queridos amigos irse antes de este mundo, antes que hubiesen sentido la libertad que viene con hacerse viejo.
¿A quién le interesa si escojo leer o jugar en la computadora hasta las cuatro de la madrugada y después dormir hasta quién sabe que hora?
Bailaré conmigo a esos maravillosos acordes de los 50’s y 60’s, y si deseo en ese momento llorar por algún amor perdido… ¡lo haré! Caminaré por la playa con un traje de baño que se estira sobre un cuerpo abultado y haré un clavado en las olas dejándome ir… si así lo deseo, a pesar de las miradas de compasión de las que usan esos trajes de baño, si así se les puede llamar... me refiero a las que usan tiritas. Ellas también se harán viejas… si tienen suerte.
Sé que algunas veces soy olvidadiza. Pero, algo de la vida también se olvida, y eventualmente me acuerdo de las cosas importantes. Claro, a través de los años mi corazón se ha roto. ¿Cómo no puede romperse el corazón cuando perdemos a alguien querido, o cuando sufre un niño o cuando muere nuestra mascota? Pero el corazón roto es el que nos da la fuerza, el entendimiento y la compasión. Un corazón que nunca se ha roto es primitivo y estéril, y nunca sabrá de la felicidad de ser imperfecto.
Soy bendita por haber vivido lo suficiente para que mis cabellos se vuelvan grises, y tener la sonrisa de mi juventud reflejada en surcos profundos en mi cara. ¡Tantos no se han reído, y tantos han muerto antes que sus cabellos se vuelvan platinados!
Puedo decir “no” y querer decirlo. Puedo decir “si” y querer decirlo. Puedo decir lo que quiero y lo que siento… si quiero decirlo.
Cuando vas envejeciendo, es más fácil ser positivo. Te preocupas menos de lo que las otras personas puedan pensar. Ya no me cuestiono. Hasta me he ganado el derecho de estar equivocada.
Así que para responder a su pregunta… me gusta ser vieja… ser vieja me ha dado mi libertad… me gusta la persona en que me he convertido. No voy a vivir para siempre, pero mientras esté aquí, no perderé mi tiempo en lamentarme de lo que pudo ser, o preocuparme de lo que será.
Comeré postre todos los días… si así lo deseo. Me fumaré un buen cigarrillo y me tomaré un buen trago… si así lo deseo.
Y DE TODO CORAZON LES DIGO:
VOY A AMAR SENCILLAMENTE... A, AMAR GENEROSAMENTE..Y HABLARE AMABLEMENTE.
Y EL RESTO… YO SE LO DEJO A MI PADRE DIOS.


1 comentario:

Hoy es Sábado

 Padre eterno, comienzo este día de rodillas ante Ti, porque sé que solo Tú me darás la fuerza que necesito para mantenerme de pie ante cual...