En la tela de la historia familiar, las manos de mi madre reforzaron costuras para que nos sostuvieran ante cualquier tirón de la vida …
Las manos de mi madre enhebraron el hilo que une las partes del molde sin olvidar que cada una es distinta a la otra … y juntas hacen el todo … como la familia …
La manos de mi madre estiraron dobladillos para que pudiéramos crecer, para que no nos quedaran cortos los ideales …
Las manos de mi madre zurcieron desgarros para que volviéramos a usar el corazón … sin hilachas de resentimientos …
Las manos de mi madre unieron retazos para que tuviéramos una manta de origen que nos cubriera …
Las manos de mi madre aseguraron presillas y botones para que estuviéramos unidos, para que no perdiéramos la esperanza …
Las manos de mi madre aplicaron elásticos para que asumiéramos con amplitud los cambios que nos piden los años …
Las manos de mi madre bordaron maravillas para que la vida nos sorprendiera con sus continuas entregas de belleza …
Las manos de mi madre cosieron bolsillos para guardar, en ellos, las monedas valiosas de los mejores recuerdos. Y mi identidad …
Las manos de mi madre, cuando estaban quietas … cuidaban mis sueños, para que dieran a mi diseño su polvo de estrellas …
Las manos de mi madre me sostuvieron, con sus hilos de maga, cuando me asomaba a la vida … ¡para empezar a vestirla!
Las manos de mi madre nunca abandonaron su trabajo…
Y sé muy bien que hoy, donde estén, enhebran oraciones para mi …
Y yo … ¡Yo las beso como si estrenara bendiciones!
Por: Rosita Pedrazzini.
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